domingo, 27 de junio de 2010

Excursión por la Capadocia



El primer día en Goreme decidimos hacer una ruta andando por los alrededores.
Desde el hostel tomamos dirección este hacia el "rose valley". Las formaciones rocosas son espectaculares y casi todas han sido horadadas para utilizarlas,  ya sea como vivienda, lugar de culto, recintos para animales o cualquier otro uso.





Todo esto ha sido posible gracias a la composición del terreno, el efecto de la erosión durante millones de años y el trabajo de hombres durante miles. Multitud de civilizaciones han dejado su huella en estas tierras desde el neolítico, asirios, hititas, persas, macedonios, romanos, bizantinos, selyúcidas, otómanos... Y la lista seguirá. Muchos de ellos dejaron autenticas obras de arte, que aun a día de hoy dejan boquiabierto al visitante. Desgraciadamente, la erosión que dio forma a este capricho de la naturaleza sigue su lento paso y termina con el trabajo de los hombres. Y lo que es peor, otros hombres por fanatismo religioso o simple estupidez, siguen acabando con lo que tardó tanto tiempo en hacerse para admiración de quien lo observe.
Casi todos los frescos de las iglesias bizantinas han sido destruidos, los rostros desfigurados, las extremidades borradas, por a saber que interpretación de que texto. Aun hoy algún estúpido, piensa que su nombre escrito sobre un fresco dibujado hace casi mil años, provocara la admiración de quien lo contemple.


Hemos estado casi todo el día andando bajo el sol, por la tarde, a lomos de las motos, vamos hasta un pueblo cercano a ver otras formaciones rocosas.





Al entrar a este sendero, unas plantas ocultan una piedra. Hace un escalón de unos 30-40 cm de altura, al pasar, la moto recibe un fuerte golpe en el cubrecarter. Un tornillo de sujección se encuentra a sólo unos milímetros del carter del motor. 

 La suerte me sonrie y el avance de la moto hace que el tornillo se desplace un centímetro hacia atrás y no rompa el carter. Esto ha podido costarme el viaje.

Cuando volvemos, nos encontramos con que la habitación del hostel tiene un nuevo inquilino. Una chica surcoreana de 23 años, Sejin Lee. Le gustan las motos y quiere sacarse el carnet... y es amante de los grandes viajes. Incluso lleva en el ordenador la serie de Ewan Mcgregor......... A veces, las comparaciones son odiosas.......

Al día siguiente hacemos una ruta de unos 230 kms por la Capadocia, le decimos a Sejin si quiere acompañarnos y acepta encantada.



Seguimos admirandonos de las caprichosas formas del terreno y visitamos autenticas ciudades subterraneas, horadadas en la roca. Construidas para albergar a los habitantes de los poblados en caso de conflicto. Tenían caballerizas, almacenes, pozos de agua potable y ventilaciones para poder pasar tiempo sin salir al exterior. La que hemos visitado tiene nueve plantas, algunas podian albergar a 20.000 personas.



De camino al valle de Ihlara , paramos a decidir  sobre el camino a tomar, justo en frente de una casa.
Unos hombres miran por la ventana y , como no, nos invitan a entrar, a tomar té, a comer y a compartir un rato con ellos. Gente simpática, curiosa y agradable.




Llegamos al valle de Ihlara,  no tenemos tiempo de recorrerlo entero. Hacemos un rápido recorrido  y  Sejin se gana su apodo: el vitarita. De tamaño reducido y peso ligero, al igual que el todoterreno japonés, nos sigue el ritmo en terrenos escarpados,  nunca se queda atrás y llega a todas partes.


Volvemos al hostel cansados y alegres, Sejin lo ha pasado en grande, no deja de sonreir.

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