Estambul

Hemos pasado tres días en Estambul. Ciudad con un pie en Europa y otro en Asia.
Suena a tópico, pero eso se nota en ambiente. En esta ciudad puedes encontrar una tienda de ikea y un mercado de especies. El gran bazar tiene el suelo embaldosado y limpio como el jaspe, los comerciantes te ofrecen sus productos y basta un gesto con la mano para que se retiren amablemente.
A veces tienes la sensación de estar en Madrid y al minuto siguiente crees estar en el cuento de las mil y una noches.
El primer día, lo pasamos ente la mezquita azul y Santa Sofia.
Primero la mezquita azul, imponente y grandiosa. Entra por los ojos nada mas llegar. Su tamaño y sus seis minaretes la hacen irresistible . Su interior tampoco deja indiferente.

Siempre me he preguntado por qué todo el mundo habla de la catedral de Santa Sofia cuando va a estambul.
No llama demasiado la atención cuando la ves al lado de la mezqita. Al entrar lo comprendes de golpe.
Sólo las mastodónticas puertas de entrada, hechas de madera, que conducen al interior y los trabajados mosaicos que las coronan, ya indican que esto es algo grande. No en tamaño, sino en complejidad. La entrada por  la plata baja empequeñece al visitante. Miramos hacia arriba. Es espectacular.

                                       

Llevamos un rato en Santa Sofia y.... DOH!!  me quedo sin bateria en la cámara. Bueno, hago fotos con la mente.Compramos unos bocadillos de bolas de carne en un puesto en la calle y pasmos el resto de la tarde sesteando en un parque. Debe ser el calor, estamos hechos polvo. Nos levantamos, damos un paseo y nos pegamos un baño en aguas del Bósforo. El agua está fria, hay una fuerte corriente y parece que la temperatura ha bajado un poco.

La habitación del hostel en el que dormimos es otro zulo, no tiene ventilación y dormimos doce personas. Destaca el hombre que sueña, no nos importan sus ronquidos, pero los ruidos de angustia mientras sueña despiertan a media habitación. También tiene tarea el niño de las sanguijuelas, un chico finlandés de unos diecinueve o veinte años que vio un puesto que vendía sanguijuelas en el mercado de las especies y no se le ocurrió mejor cosa que  ponerselas. Lleva dos dias sangrando y no es capaz de parar la hemorragia..

El segundo dia aprovecho para darle un empujón al blog, me gustaría ponerlo al día. Damos un  largo paseo, cruzamos un puente pero seguimos en Europa. Comemos en unos puesto que venden bocadillos de pescado. Las cocinas son pequeños barcos dentro del agua que se mueven de lado a lado por las grandes olas producidas por el incesante trasiego de barcos que se mueven por el Bósforo. Los cocineros deben estar acostumbrados. Semejante vaivén y el olor a comida me harian vomitar en segundos. Esta zona no es tan turística, apenas hay occidentales y los precios bajan significativamente. Tomamos un barco y damos una vuelta por el Bósforo. Aun no hemos pisado Asia y tenemos cuidado de no hacerlo.

El tercer día conocemos a una chica mientras desayunamos.De nacionalidad australiana, nacida en Georgia, hacia donde se dirige ahora. Vivió en Estambul durante años, habla tres idiomas fluidamente, es médico, concretamente   oncóloga, en cuidados paliativos. Tiene la cabeza bien amueblada  con 29 años y yo me siento tan simple como una ameba. Nos acompaña a visitar las cisternas, una construcción romana que sigue en pie depués de casi dos milenios.  En el mercado de las especias me doy cuenta de que mi inglés no es tan fluido como yo creía. Compramos pan y un poco de queso y comemos los tres en el parque del primer día.  Me pone los pelos de punta cuando habla con de su trabajo. Hay personas para las que la vida es mas complicada que una tarde de relax en un parque de Estambul. Me alegro de poder estar aquí.

Hace tres dias que no nos ponemos el traje de luces. Tenemos ganas de coger las motos.