jueves, 1 de julio de 2010

Lugar indefinido- Dogubeyazit

Nos despertamos con la salida del sol y un chico nos observa por encima del vivac. Sale corriendo al ver que abrimos los ojos. Los obreros de la carretera están preparandose para otra jornada de trabajo y nos invitan a desayunar con ellos. A pesar de nosotros no hablamos turco y ellos no hablan ingles, es curioso como la gente se entiende a un nivel básico. Nos cuentan lo que están haciendo, uno de ellos nos invita a manejar su grúa, un gigante que se come las laderas de esas montañas al igual que nosotros devoramos el desayuno . Imagino que piensa que si somos capaces de conducir semejantes motos desde España hasta aquí, manejar su grúa debe ser un juego de niños para nosotros. Bendita inocencia! Rehusamos amablemente y dejamos el comedor.

En pocos minutos estamos de nuevo en marcha y no son aún las 6 de la mañana, hora local. Hoy tendremos tiempo de sobra para llegar a Van y visitar algunos de sus castillos.

La carretera empieza a subir y rodamos por planicies a mas de dos mil metros durante largo rato. Las tierras casi no se cultivan por aquí, solo hierba hasta donde alcanza la vista. Da la sensación de estar en Mongolia.



Apenas pasan las nueve cuando estamos en Tatvan y las aguas turquesa del Van Gölü  nos deslumbran. Este lago, situado a mas de mil seiscientos metros de altura, tiene un color deslumbrante.


Bordeando el lago llegamos a lo que iba a ser nuetro destino, Van. Pero nos encontramos una ciudad sucia, ruidosa, calurosa y agobiante. No hay hostels  y un hotel barato cuesta mas de treinta euros. Dejamos la ciudad atrás y continuamos hacia Dogubeyazit, cerca del monte Ararat. Hay una pequeña península en el lago nada mas pasar Van, donde aprovechamos para echarnos una merecida siesta que nuestros cuerpos agradecen.



Nos levantamos mas tarde que temprano y mas cansados de lo que nos hemos acostado. Emprendemos camino y de nuevo la Naturaleza nos deja boquiabiertos. Inmensos campos de lava rodean al monte Ararat, en realidad un enorme volcán que apenas hace cien años regurgitaba furiosamente.




Subimos de nuevo a un altiplano con largas rectas y pueblos recién construidos. Edificios clonados hasta el infinito configuran unas poblaciones que hasta no hace mucho debían  ser solo chozas.
Una larga cuesta abajo no deja a las puertas de Dogubeyazit y por fin divisamos la imponente silueta del Ararat y sus 5.165 metros.


Dogubeyazit es una ciudad como Van, pero mas pequeña. Buscamos un hotel y nos decantamos por uno "lujoso", tiene parking y mañana hay que hacerle el mantenimiento a las motos.
Hemos recorrido ya mas de siete mil kilómetros.

El hotel es mas pintón que otra cosa, pero nos dan la que debe ser la mejor habitación del hotel. Al menos las vistas merecen la pena.... Aunque hay algo demasiado cerca.....



Efectivamente, a las cuatro de la mañana el imán nos despierta con sus cánticos. No hay forma de dormir en este país.
Pasamos el día siguiente haciendo el mantenimiento de las motos y dando una vuelta por los alrededores. Preguntamos en una agencia de turismo la posibilidad de hacer un trekking en el monte y si es posible hacer cumbre. El gerente nos da una sorpresa, bueno, mas de una. Hace falta un permiso que tarda cuarenta y cinco días, sin posibilidad de acortar ese periodo. Nos llevaría unos ocho días hacer cumbre y, lo mejor de todo, por el módico precio de ocho cientos euros. David me dice que cuando el estuvo en Nepal, por ese precio te suben en silla hasta un ocho mil.

Una tormenta se acerca y tomamos unas fotos antes de que nos empape.

No hay comentarios:

Publicar un comentario