domingo, 25 de julio de 2010

Havik- Masuleh


Ver casa masuleh en un mapa más grande


A la mañana siguiente, con la rodilla un poco hinchada salimos hacia Masuleh, un npequeño y pintoresco pueblo en las montañas que rodean el Caspio.

Le decimos a Fereydon que como podemos agradecerle lo que ha hecho por nosotros y rehusa todo lo que le proponemos, aunque en nuestra conciencia algo nos dice que esto no puede quedar así.
Nos acompaña un rato por la carretera pero en cuanto se va, damos la vuelta y volvemos sobre nuestros pasos.
En una tienda compramos una bicicleta para su hija, una niña encantadora.
No están en casa cuando volvemos, pero sus amigos se encargan de que reciba el regalo.

La carretera hacia Masuleh no tiene ningún atractivo. El tráfico es de locos y cuando vemos un cartel que señala una playa no lo dudamos.

Las playas son lugares curiosos en Iran, están llenas pero a penas hay gente bañandose.
Ademas hay que hacerlo en el recinto de baño, uno para hombres y el de mujeres no lo vimos.
Nos han advertido repetidamente de que no se nos ocurra acercarnos al recinto de baño de mujeres ni por error.  Por cierto, las mujeres no pueden utilizar bañador, tienen que bañarse completamente vestidas. Incluso con el chador, esa "manta" negra que les cubre de la cabeza a los pies.

La playa esta sucia como un vertedero, al fin y al cabo eso es lo que es. Nadie utiliza las papeleras, que casi no hay, y todo se tira al suelo. A pesar de esto, la temperatura nos lleva al agua, que apenas nos refresca. La visión de un trozo de mierda (humana) flotando entre los bañistas, es la gota que colma el vaso.

David me mira estupefacto cuando mas que decir, ordeno, "Vamonos" pero me sigue. No pone reparos cuando se lo cuento.

Salimos de allí como mas cabreados que frescos y compramos una sandia para comernosla a la sombra de la vegetación que cubre esa zona costera. En menos de lo que tardo en pagar la sandia, ya nos han invitado a comer.
Una amable familia de Tabriz nos ofrece su comida, bebida y compañía, aceptamos encantados y disfrutamos de una agradable conversación, algunos de ellos hablan ingles. Al final no nos dejan ni poner la sandia y tenemos que llevarnosla de nuevo.

Llegamos a Masuleh, donde hay un atasco monumental, aquí es algo así como navidad y en el pueblo no se cabe. Nada mas llegar nos ofrecen una casa de alquiler por quince dolares dia, es un buen precio y decidimos quedarnos. Insisto al "agente inmobiliario" en que tiene que haber espacio para aparcar las motos y me asegura que lo hay.

La casa hay que verla.... bueno, no se puede pedir mucho visto lo visto.
Masuleh es un pueblo construido en vertical, apenas hay dos calles y en el resto, se anda por los tejados de la casa de debajo.... Para llevar las motos hasta nuestra casa hay que subir unas escaleras, seguir un estrecho voladizo y finalmente subir unos escalones, afortunadamente romos, Para terminar aparcando en el borde del tejado de la casa de al lado.

Cuando me quito el traje, tengo la rodilla mas hinchada que por la mañana. Hablo con David y decidimos quedarnos unos días aquí hasta que mejore un poco, al fin y al cabo, se está fresco y el alojamiento es barato....

Pero la dueña de la casa viene todas las mañanas a hacer sus necesidades y atasca el sanitario cada vez.
David se mosquea (con razón) y finalmente cambiamos de casa.
Unos días de reposo, un último día de visita turística y  adiós Masuleh.

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