Shangri-la - Besham

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Me despierto con sueño y Favian ya lleva un rato leyendo. Salgo de la habitación y todos están en pie y recogiendo. En pocos minutos estamos listos para partir. La policía se empeña en escoltarnos, les insistimos en que no hace falta pero no nos dejan continuar solos.

Los policías se extrañan cuando alguno para a hacer alguna foto y el grupo se rompe, pero no protestan. Estos parecen tener menos prisa que los que me escoltaron en el sur.

En dos horas llegamos a Chilas, donde ya se puede encontrar combustible al precio oficial y queremos parar a desayunar. A  los policías no les hace mucha gracia esta parada, pero todos tenemos bastante hambre.

Mientras repostamos, uno de los policías me dice que el paso del Babusar esta cerrado a causa de una nevada hace pocos días. Esto rompe mis planes por completo, tengo que ir a Naran a recoger el equipaje que dejé allí. Insisto en que necesito llegar a Naran como sea pero me dicen que no es posible. Tendré que bajar hasta Manshera y volver hacia el norte a través del Kaghan Valey  otra vez a por los neumáticos y el topcase.

Favian y Stefano buscan una “panaderia” donde comprar algunos “naan” para almorzar  y se entretienen mas de la cuenta. Mientras esperamos para salir de nuevo, advertimos que todos los autobuses llevan militares y cada camión lleva dos soldados encima de la carga. James me cuenta que cuando el trabajó aquí hace algunos años, en estas fechas ocurría lo mismo. Empiezan a caer las primeras nieves, los pasos quedan ya cerrados hasta la primavera y quien tiene el control de un valle lo mantiene hasta el año siguiente. Este tira y afloja se repite cada año entre talibanes y ejercito.

Una vez regresan Favian y Stefano, emprendemos la marcha escoltados por la policía. Esta vez nos dicen que en el siguiente check post podremos continuar solos.
No tardamos mucho en llegar y en hacer el trámite, pero entre saludos y fotos perdemos algo de tiempo, muy cordiales los policías, se despiden de nosotros. 



A partir de aquí, la carretera serpentea entre las montañas por unas gargantas tan estrechos que el sol apenas toca el fondo unas horas al día.
Hay que ir con cuidado, pues cruzarse con un camión en medio de una  curva puede significar un susto importante.

 



Favian en su 125 extrema las precauciones pues sus frenos dejan que desear y a pesar de que en un par de ocasiones me dice que siga, prefiero quedarme con él por si tuviese algún problema.

Finalmente, casi llegando a Besham, la moto de Favian pincha y se nos hace de noche mientras lo reparamos. Bromeamos para sentirnos mejor, pero no nos hace gracia estar en la carretera de noche en un lugar que hace un año era zona taliban. Por si esto no fuese bastante, se oyen truenos a lo lejos. Las cosas siempre pueden ir peor…

Tras dos tentativas de reparación, la cámara, ya reparada unas cinco veces y mas dura que una alpargata, sigue perdiendo aire. A penas quedan cinco kms hasta Besham y decidimos seguir despacio, con la llanta en el suelo. Esto lleva ub rato y por el camino nos encontramos con Stefano y Carl que han venido a buscarnos ya preocupados pues hace ya un par de horas que ha anochecido. Al llegar a Besham, Favian deja la moto en una gasolinera para repararla al dia siguiente. Nos vamos al hotel que ya nos han reservado y disfrutamos de una buena cena mientras nos contamos la batallita.