Abbottabad- Islamabad

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Tras preguntar por el estado de la carretera que lleva a Naran y obtener el famoso “Maybe tomorrow”. Me dirijo a Islamabad a esperar para poder recuperar mi equipaje.
Peter trabaja esa misma mañana, por lo que salimos temprano del hotel.

Un buen desayuno hace ver las cosas con optimismo y nos zambullimos en el torrente de vehículos con una sonrisa en la boca.  Antes de salir de Abbottabad, paramos a repostar y ya no sonreímos. Ha durado poco…

Sylvain, con su pequeña honda, marca el ritmo. Se nota que lleva tiempo en Pakistan pues se desenvuelve como pez en el agua. Aquí no se notan los caballos o los centímetros cúbicos, una 125, una 660 y una 1200 circulan a la misma velocidad entre esta locura. En un par de ocasiones Peter se queda rezagado, a saber que le habrá ocurrido. Cuando le pregunto, solo atina a mover la cabeza de lado a lado mientras baja la mirada.

Unos Kms mas adelante, en Haripur, abandonamos la KKH y tomamos un desvío hacia Taxila por una carretera en peores condiciones pero con menos tráfico. Paramos a la orilla de un lago a tomar un refrigerio, por aqui ya se va notando el calor y la humedad, aunque no parece tan agobiante como hace unas semanas.

Continuamos ruta hasta Taxila, donde tomamos la autovía a Islamabad. Silvain nos dice que sigamos sin el, pues su moto es la menos potente pero sigue marcando el ritmo  y yendo en cabeza.

Al llegar a Islamabad me llama la atención el clima, mucho mas suave que cuando me fui. Apenas hace calor y la humedad no llega a la mitad.

Sylvain me ha invitado a su casa, tiene espacio de sobra y dice que me puedo quedar el tiempo que haga falta. Lo que es un alivio, pues el alojamiento decente en Islamabad es bastante caro y el camping… no es una opción.

Vamos a comer a un restaurante de calidad y por unos instantes me siento de nuevo en Europa. Esta vez no parece la misma ciudad. Los días que he pasado en casa de  Sylvain  ha sido con diferencia los mas confortables del viaje.

El grupo de viajeros que encontré en el Khunjerab, también han llegado hasta Islamabad, donde unos continúan hacia India y otros paran para hacer visados o, en el caso de Favián, esperar recambios y reparaciones.

Paso unos días en Islamabad disfrutando de la compañía y la hospitalidad de Sylvain, que me enseña una ciudad distinta de la que conocí. Compartiendo bromas y algunos ratos con Favián y entendiendo porque se dice que Islamabad está a catorce kms de Pakistan.

Finalmente, tras una espera mas larga de lo previsto y gracias a la inestimable mediación de un ayudante de Peter, consigo que un trabajador del hotel de Naran traiga mi equipaje hasta Islamabad.
Por fin es hora de partir de nuevo y continuar el viaje.






 



Taller de vespas en Pakistan.




Sylvain en la pequeña honda